Te mira y, sin pretenderlo, hace que todo vuelva a estar bien. Una tímida sonrisa se asoma, tus ojos desprenden la alegría de tu corazón, y todo lo que hasta entonces parecía imposible, se vuelve más probable. Los pensamientos que se enredaban en tu mente ahora pasean libremente por ella, y aquello tan importante se convierte en la mayor tontería del mundo. El tiempo se para y todo adquiere un nuevo sentido.
Y es que no hacen falta grandes cosas para ser feliz. A veces una frase, un beso, o un pequeño detalle pueden cambiarte el día. Porque incluso en los días más grises, hay una razón para sonreír.
M.
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