viernes, 18 de abril de 2014

Hasta siempre

De las muchas e increíbles obras de Gabriel García Márquez, solo he leído una. Un pecado teniendo en cuenta que es "uno de los grandes", un referente tanto en literatura como en periodismo. Pero lamentablemente es así. Solo una: Relato de un náufrago.

Fue en el colegio, aun no tenía los 15. Y como imaginaréis, fue por obligación. El libro no tenía interés alguno para los niños adolescentes que éramos. La crítica, que habían hecho los de unos cursos más, era pésima: un libro pesado, sin acción y, consecuentemente, sin ningún atractivo. Y quizás en ese momento me lo pareciera. Ya no lo recuerdo. Lo único que recuerdo perfectamente es como García Márquez me transportó a la Colombia de 1955, haciendo que navegara a la deriva durante diez largos y pesados días en los que el mar se convertía en mi enemigo, a ratos aliado. Recuerdo la sed, el hambre y el miedo. Y recuerdo que muy pocos autores han conseguido que me sienta la protagonista de sus novelas.

Después de este libro no volví a leer nada de García Márquez. Hasta que, hace apenas unos meses, di con esta carta. SU carta. 

"Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.   

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. 

Dormiría poco, soñaría  más. Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.

Si Dios me obsequiara con un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. 

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres…., He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que  un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si  mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento”, “perdóname”,  “por favor” , “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.
Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan”.


Gabriel García Márquez murió ayer a causa de una enfermedad que hacía años que le arrebataba poco a poco lo que él tanto amaba. Pero, como él mismo reconoció, "la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido". Y García Márquez nos ha dejado un inmenso legado que hará que siempre esté en nuestras memorias. Como un gran periodista. Como un gran escritor. Como un referente

M.


jueves, 10 de abril de 2014

El baile de la vida

"Por mucho que hayas sufrido hijo, siempre hay alguien que sufre más que tú. Y no quedan más que dos opciones: pudrirte por dentro o bailar al ritmo de la vida"
Kamikaze

Nadie dijo que esto fuera fácil, pero sí que valdría la pena. Porque a veces nos toca un vals o un tango, pero otras, la vida nos deleita con un poco de salsa. Y os aseguro que, sea el baile que sea, la música nunca deja de sonar.

Así que he decidido empezar a bailar a su ritmo. Bailar como si nadie estuviera mirando. Como si no hubiera un mañana. Bailar de verdad. Y bailar con ganas. Porque quiero darlo todo en cada paso, no importa que canción lo acompañe. 

He decidido adaptarme a ella. Aprender a bailar merengue, y el cha-cha-chá, el ballet y las sevillanas. 



He decidido equivocarme y aprender. Llorar y reír a partes iguales. Vivir cada momento como lo que es, único e irrepetible. 

He decidido darle a la vida todo lo que pueda. Y quizás un poco de lo que no. 

Pero sobretodo, he decidido buscar siempre una razón por la que bailar.

Porque sí, la vida es un regalo, y quiero aprovecharlo al máximo. Hasta que no quede nada más por ver, por aprender o por sentir. Hasta que haya vivido todo lo posible. Hasta entonces, quiero bailar. Porque no importan los malos momentos, ni cuan malos sean si hay una canción con la que acompañarlos. 

Así que voy a apostar por los pequeños momentos.  Esos que a menudo pasan desapercibidos pero nos acaban regalando grandes momentos de felicidad. 

Tomar el sol. Beber cuando se tiene sed. Quitarle el plástico a un móvil nuevo. Un beso a tiempo. El olor a gasolina. Abrir regalos. O ver la cara de felicidad de la persona que los abre. Que te toquen el pelo. Una comida familiar. Una cena con amigos. Un viaje sorpresa. Un nuevo proyecto. Una película romántica acompañada de un buen helado. Una tarde de compras. Un desayuno con tu mejor amiga. O dormir hasta tarde.



He decidido aprovechar cada uno de estos momentos, saborearlos al máximo y después, recordarlos. Porque la vida está hecha de recuerdos, así que más vale que sean buenos.

M.