martes, 18 de marzo de 2014

¿Grabar o actuar?

Supongo que todos los corresponsales de guerra deben enfrentarse a esta pregunta alguna vez. ¿Deben grabar lo que está pasando, o dejar la cámara y ayudar? ¿Deben priorizar su profesión, o su propia humanidad?

Puede ser considerado una acto frívolo seguir con la cámara mientras, delante de tus ojos, alguien inocente está muriendo. Pero si se dejara de grabar, la imagen nunca llegaría a ser emitida, el conflicto perdería el interés que tanto les preocupa a las agencias, los corresponsales serían destinados a un país más mediático y miles de personas inocentes seguirían muriendo sin que sus historias fueran contadas. Porque lo que hacen los periodistas al decidir no dejar la cámara es precisamente eso, contar las historias que deben ser contadas. Grabar implica sobreponer la verdad a los propios sentimientos, y así, acercar el conflicto a millones de persones, que saborearán la crudeza de la guerra y reaccionarán para mejorar la situación. Grabar implica defender a las personas más indefensas. Por eso nunca  se debe dejar la cámara a pesar, y especialmente, si se tiene que grabar con lágrimas en los ojos.

Omar Silawi, Surt Shork, Rupert Hamer, Luz Marina Paz Villalobos o Miguel Gil, son solo algunos de los periodistas que dieron su vida a favor de la información. Miguel dejó de  lado su cómoda vida para cubrir los conflictos más olvidados. Viajó a Sarajevo, Chechenia y Kosovo, para cubrir grandes guerras, y murió en una emboscada la noche que grababa un gran fusilamiento. Pero la verdad no se calla matando periodistas. Matar a los periodistas solo significa matar la esperanza de miles de personas.



Así que gracias a todos ellos por dejarse la piel día tras día. Gracias por mostrarnos la realidad, aunque duela.


M.



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