lunes, 21 de julio de 2014

Lo que esconden mis palabras

Siempre he pensado que es más fácil fingir que enfrentarse a la realidad. 

Es más fácil aparentar que no te quiero ni te busco en cada mirada. 

Es más fácil no exteriorizar lo que siento, porque al hacerlo se vuelve real. 

Es más fácil no apostar, porque así no habrá nada que perder. 

Y sin duda, es más fácil callar, porque así sobran las explicaciones. 

Sin embargo, y pese a nuestro empeño en resultar inmunes a la realidad, siempre seremos esclavos de nuestras palabras. Nos anclaremos a ellas y las usaremos, aunque no queramos, para expresar nuestros más ocultos pensamientos. 

Por eso a menudo mis palabras esconderán miedo. Miedo a darte todo lo que soy y que puedas quitármelo. Miedo a la soledad y al paso del tiempo. Miedo a ser cobarde y dejar que mis temores se impongan, apoderándose de cada uno de mis sentimientos hasta inmovilizar el menor resquicio de esperanza que me pueda quedar.

En ocasiones, mis palabras esconderán amor. Un amor que nunca pronunciaré. Un amor que quizás nunca llegue a reconocer. Pero no por eso un amor menos sincero.

Otras veces, mis palabras esconderán sufrimiento. Días, meses o años de problemas contenidos, ahora demasiado ocultos para hacerse públicos. 

En otros casos, mis palabras esconderán vergüenza e incluso falta de confianza. Cada palabra que escribo, supone para mí un gran reto. Porque cada pensamiento sobre papel es una prenda que se desliza por mi cuerpo. Y así, mis ideas escapan sigilosamente para construir las palabras que ahora escribo.

Pero siempre, mis palabras esconderán sinceridad. No hay mal interpretaciones posibles ni enredos que quepan. Lo único que esconden mis palabras es mi más sincero y profundo "YO".

Así que ya ven. Nunca escribo todo lo que pienso, aunque, en definitiva, todo lo que pienso está escondido en mis palabras. Porque no soy solo lo que digo, sino también lo que callo.

-M.

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